CHILE | TESTIMONIOS DEL ENCUENTRO MISIONERO LATINOAMERICANO (EMLA)
Cuando pienso en lo que se vivió en esos días, siento que tiene mucho sentido el nombre de este Encuentro, la misma palabra lo dice, nos encontramos, no siendo cualquier persona, sino siendo JMV, nos damos cuenta de que vamos al encuentro de algo, pero no es cualquier cosa, porque nos encontramos con nuestra familia, de diferentes lugares, pero familia, al fin y al cabo; algunos nos conocíamos otros no, o quizás solo los conocíamos por el nombre, pero estando ahí eso pasa a segundo plano porque al final estamos ahí para vivir y crecer juntos en este encuentro. La semana de formación ha sido un espacio para formarse, pero también para conocer nuestras realidades, el trabajo de cada uno de nuestros países, para comprometernos a seguir caminando juntos a pesar de las fronteras, esa semana ha sido un gran espacio para sentirnos acompañados y para seguir diciendo sí a esta familia.
Misionero, dispuestos ya a participar asumimos este rol de misioneros, vamos a lugares que no conocemos, pero nos disponemos a acompañar a estas comunidades que muchas veces batallan por seguir siendo parte de la Iglesia. Personalmente ha sido una de las misiones con más desafíos personales que he vivido, pero aun así siento que ha sido una de las mejores, el abrir mi mente y corazón para conocerlos, compartir y aprender de ellos creo que no se cambia por nada. Agradezco a cada una de las personas que tuve la oportunidad de conocer en la comunidad, cada uno de ellos es un fiel reflejo de esfuerzo, amor y fe.
Ser Latinoamericano es sentir la tradición en la sangre y palpitar con nuestras costumbres y raíces, saber que venimos de varios países con realidades diferentes, pero que aun así podemos seguir siendo sociables, ruidosos, divertidos, extrovertidos, amistosos y cariñosos unos con otros, eso lo máximo. Yo sinceramente creo que el poder compartir con cada uno y conocer sus raíces en los momentos culturales ha sido hermoso.
Y por último JMV estas tres letras que para muchos de nosotros significan mucho en nuestras vidas, nos unió en este encuentro que podemos vivir cada cuatro años, creo que uno de nuestros desafíos más grandes es poder incentivar en nuestros países que los demás jóvenes puedan vivir esta experiencia, que no solo te hace encontrarte con otros jóvenes, si no que te muestra que no estamos solos construyendo a esta gran familia y que juntos podemos seguir trabajando. Recuerdo un grito o lema que nos enseñaron y decía: “En mi vida Jesucristo, en mi corazón Amar y Servir y en mi sangre JMV”, es una frase que tiene mucho sentido para mi después de vivir mi primer EMLA, una frase que como JMV debemos hacerla parte de nuestra vida para seguir siendo el testimonio de un Cristo joven y comprometido con la sociedad y la Iglesia.
¡A Jesús con María!
Daniela Quinchamán
JMV Chile
