CÓMO INICIAR UN GRUPO JMV

¡Gracias por tu interés en querer iniciar un grupo de JMV!

Te presentamos este documento orientativo, elaborado por el Secretariado Internacional, sobre cómo crear un grupo de JMV, en él encontrarás una serie de orientaciones generales así como un bloque de herramientas prácticas para utilizar una vez se tenga el grupo.

Cómo iniciar un grupo de JMV

Documento orientativo

I. Orientaciones generales

¡Felicitaciones por tener la iniciativa de fundar un grupo de JMV! Ya eres parte de los miles de hombres y mujeres que apuestan por los jóvenes como motivo de esperanza para el mundo. Como dijo el Papa Benedicto XVI a los obispos alemanes al final de la Jornada Mundial de la Juventud del 2005: «los jóvenes son para la Iglesia una llamada viviente a la fe y a la esperanza. Hemos de construir una Iglesia abierta al futuro, rica en promesas para las nuevas generaciones, joven de espíritu. Los jóvenes son para nosotros una provocación saludable» (Colonia, 21/08/05).

A partir de ahora, serás parte de una cadena de amor que comenzó en París, en 1830, cuando Sor Catalina Labouré, entonces novicia de las Hijas de la Caridad, transmitió al P. Jean-Marie Aladel, CM, su director espiritual, el encargo expreso de la Virgen María: «La Santísima Virgen quiere confiarle una misión… es una cofradía de jóvenes de María…» El fruto de este mensaje es lo que conocemos hoy como Asociación Juventud Mariana Vicenciana.

Para empezar, es importante que sepas que el nacimiento de un grupo de JMV puede surgir de circunstancias muy diversas y particulares. Se puede iniciar un grupo haciendo una invitación o convocatoria a partir de una reunión, encuentro o convivencia de jóvenes; con ocasión de una celebración, cursillo, retiro, Pascua, campamento. En otras ocasiones, el grupo nace de un círculo muy reducido (dos o tres jóvenes) que invitan a otros a compartir su experiencia de amistad y de fe. Otras veces, el grupo nace partiendo de otro grupo ya existente, pero que necesitaba una renovación de sus miembros, su finalidad o sus métodos.

Para iniciar un grupo de JMV se necesitan:

  • Dos o más jóvenes que crean o deseen conocer a Jesucristo.
  • Que deseen caminar juntos a la luz del Evangelio y al estilo de la Virgen María y san Vicente de Paúl.
  • Que deseen y se comprometan a mantener la cohesión del grupo para madurar como personas.
  • Un adulto con experiencia madura en la fe y con un convencimiento y vivencia profunda del carisma vicenciano.

El presente documento quiere proponer algunas orientaciones generales que ayuden a los adultos dispuestos (laicos o consagrados) a acompañar a un grupo de jóvenes en la experiencia JMV, a orientar sus iniciativas de acuerdo a la propuesta pedagógica y a la organización de la Asociación. Así mismo, ofrece herramientas prácticas para ayudarles en la realización de esta tarea.

Para JMV, el grupo es una opción pedagógica, un ámbito privilegiado donde se comparte la fe y la vida, acompañados por una persona adulta en la fe. Por eso, es muy importante cuidar algunos aspectos claves de esta experiencia:

a) Responder a las inquietudes e intereses de los miembros

La incorporación y perseverancia de los miembros dependen, en gran parte, de que ellos encuentren en el grupo las herramientas necesarias para dar respuesta adecuada y válida a sus inquietudes e intereses. Por eso, hay que comenzar ofreciéndoles actividades y temáticas que les permitan compartir con el grupo sus anhelos y esperanzas, sus búsquedas e interrogantes, su experiencia de vida, sus dones y aptitudes. De esta forma, las actividades propuestas, la metodología para desarrollar las reuniones y los temas tratados deberán adaptarse a las características del grupo: edad, nivel de formación, cultura, contexto social, etc. Este esfuerzo por partir de la realidad de los jóvenes es indispensable para la vida del grupo y garantiza su continuidad. Al estilo de Jesús en su relación con los hombres y mujeres de su tiempo (la samaritana, Nicodemo, Zaqueo, los discípulos de Emaús, etc.), se trata de partir de la observación atenta a la situación personal de cada uno, de la escucha amorosa, para desde allí acompañarlos en su experiencia de fe.

b) Ayudar a los miembros a crecer integralmente desde los valores de la fe cristiana

La preocupación por la vida de los jóvenes debe llevarnos a facilitar un ambiente en el que se pueda dar una experiencia de grupo que les ayude a crecer integralmente, desde los valores de la fe cristiana. En efecto, el grupo debe ayudar a los jóvenes a crecer como personas en todas sus dimensiones fundamentales: maduración humano-cristiana, experiencia comunitaria y eclesial, espiritualidad mariana-vicenciana, y compromiso social y misionero.

Por eso, deberás cuidar los cuatro aspectos básicos de la vida de un grupo de JMV: la fraternidad, la oración, el servicio a los más necesitados y la formación.

    • Fraternidad

El grupo facilita la creación de lazos profundos de amistad entre sus miembros, permite reconocer al otro como un «hermano» y compartir con él lo que somos y tenemos; ayuda a enfrentar juntos los desafíos de la vida; enseña a mirar y descubrir la realidad junto con otros; y finalmente, permite encontrar a Jesús de Nazaret.

    • Oración

El grupo favorece la iniciación a la vida de oración. Compartiendo con otros su camino de fe, intentando alimentarla y celebrarla junto a otros. El joven va abriéndose a la relación con Dios, a la confianza, la gratitud, la adoración. Aprende a revestirse de Jesucristo.

    • Compromiso

En el grupo, el joven aprende a mirar la realidad social que le rodea (familia, amigos, clases sociales, política, economía, injusticias, etc.) desde la óptica de los desfavorecidos y a responder al clamor de los que sufren, de manera creativa y organizada. De la mano de san Vicente de Paúl, los jóvenes aprenden a «ver a Cristo en los pobres y a los pobres en Cristo» y se comprometen en la transformación de la realidad que les rodea.

    • Formación

La vivencia en grupo de los tres aspectos anteriormente nombrados son ya elementos formativos que harán crecer al joven como persona y como creyente. La fraternidad, la oración y el servicio a los desfavorecidos le harán descubrir la necesidad de contar con nuevos elementos y herramientas, de reflexionar junto a los otros, de capacitarse aún más. Es en ese momento cuando podrás ofrecerles temas y orientaciones para su formación humano-cristiana (p.e: sobre afectividad, sexualidad, vida social, la persona de Cristo, la Iglesia, etc.).

En la segunda parte de este documento, te ofrecemos unos contenidos que consideramos básicos en las sesiones formativas de un grupo que se inicia. También adjuntamos un modelo de planificación anual que te ayudará a descubrir cómo integrar esos cuatro aspectos de la vida del grupo dentro de la organización de las actividades y contenidos.

Si quieres profundizar más en esta dimensión formativa y la metodología propia de la Asociación, te recomendamos vivamente la lectura del documento Procesos Formativos y Desembocadura en JMV, editado en mayo de 2005 por el Consejo Internacional de JMV.

c) Invitarles a descubrir el mundo de los pobres para evangelizarlos y servirlos

El grupo de JMV nace como una experiencia que lleva a los jóvenes a abrir los ojos a su propia realidad. El grupo debe proponer actividades concretas que permitan a sus miembros conocer mejor los problemas e injusticias de su entorno, de manera que puedan ofrecer respuestas adecuadas y eficaces a la realidad de los más necesitados, según sus capacidades y posibilidades. En ese lugar teológico de encuentro con Dios, los jóvenes aprenderán a agradecer al Señor por todo lo bueno concedido en sus vidas y a acoger al pobre como un hermano. El servicio a los pobres, realizado en grupo, viene a consolidar los lazos de amistad y fraternidad entre los jóvenes, y les ayuda a descubrir la riqueza del carisma vicenciano.

Dado que JMV es una Asociación internacional de fieles reconocida por la Santa Sede, el nacimiento de un grupo de JMV en una Iglesia local debe ceñirse a las normas establecidas por el Código de Derecho Canónico (c.285-290). En la mayoría de los países, JMV está establecida como una asociación laical, especialmente vinculada a la Compañía de las Hijas de la Caridad y a la Congregación de la Misión. Por eso, la creación de un grupo debería seguir el siguiente proceso:

a) En un país donde JMV ya existe

Para crear un nuevo grupo se puede proceder de la siguiente manera:

  1. Las personas interesadas en establecer un nuevo grupo deben:
      • Dirigirse al responsable de pastoral del lugar para exponerle su propósito y obtener su aprobación.
      • Una vez obtenida, invitar a los jóvenes a pertenecer al grupo (convocatoria) e iniciar las reuniones y actividades.
  1. Después de un período mínimo de seis meses, redactarán un informe de lo realizado por el grupo y lo envían al Consejo Nacional solicitando su acompañamiento.
  2. Al terminar el primer año, presentarán su petición de admisión al Consejo Nacional, junto con el aval escrito del responsable de pastoral del lugar o del Superior local, en el caso de que el grupo esté en una casa de la Congregación de la Misión o de las Hijas de la Caridad.
  3. Si el Consejo Nacional está de acuerdo, el Asesor Nacional (c. 312.2):
      • Enviará el acta de erección del nuevo grupo, si funciona en una casa de las Hijas de la Caridad o de la Congregación de la Misión.
      • Si el grupo no funciona en una casa de la Congregación de la Misión o de las Hijas de la Caridad, el Asesor Nacional solicitará al Obispo del lugar una aprobación escrita. Luego de obtenerla, enviará el acta de erección del nuevo grupo.

b) En un país donde aún no existe JMV

Para crear un nuevo grupo se puede proceder de la siguiente manera:

  1. Las personas interesadas en establecer un nuevo grupo deben:
      • Dirigirse al responsable de pastoral del lugar (Superior CM o Hermana Sirviente HHC, Párroco, Superior de una casa de Religiosos, Director de un Centro de Formación) para exponerle su propósito y obtener su aprobación.
      • Una vez obtenida, invitar a los jóvenes a pertenecer al grupo (convocatoria) e iniciar las reuniones y actividades.
  1. Después de un año, deben redactar un informe de lo realizado y enviarlo al Secretariado Internacional, junto con el aval escrito del responsable de pastoral del lugar o del Superior local, en el caso de una casa de la Congregación de la Misión o de las Hijas de la Caridad. El Secretariado Internacional les brindará las orientaciones necesarias para acompañar al grupo según la realidad del país: presencia/ausencia de la Familia Vicenciana, lugar de implantación del grupo, etc.
  2. Al cabo de un tiempo consensuado y una vez reunidas las condiciones apropiadas, se iniciará el proceso de redacción y aprobación de los Estatutos Nacionales de JMV en ese país. Las condiciones necesarias son las siguientes:
      • Formación de 2 o 3 grupos;
      • Un mínimo de 100 miembros estables;
      • Asesores adultos que compartan el espíritu de JMV y puedan brindar formación;
      • Reconocimiento de la jerarquía local;
      • Garantía suficiente de continuidad.
  1. Una vez aprobados los Estatutos Nacionales por parte del Director General de JMV, se convocará una Asamblea Nacional con vistas a constituir un Consejo Nacional de JMV, que se convertirá en el contacto oficial con el Secretariado internacional.

c) Celebrar la creación del grupo

Es aconsejable celebrar el final del primer año de vida del grupo. Puede ser una celebración sencilla con los siguientes elementos básicos: cantos, lectura de la Palabra, entrega de un recuerdo, ágape fraterno. A medida que el grupo avance, se recomienda marcar los momentos importantes de la vida del grupo con alguna celebración especial.

Todo grupo tiene una evolución y un crecimiento, pasando por etapas sucesivas, similar al proceso de crecimiento de las personas, que va desde el nacimiento a la muerte. Aunque todas las etapas no se dan de manera automática y obligatoria, es bueno que el animador las conozca, para que pueda entender lo que sucede en la vida de su grupo.

  • Nacimiento (iniciación):

El grupo nace como nace una persona y, al principio, es bastante dependiente del animador, necesita muchos cuidados. Durante el primer año el grupo recién nacido se sorprende de todo lo que le rodea, balbucea sus primeras palabras y da sus primeros pasos con incertidumbre, descubre que es capaz de moverse y andar. Los miembros se sienten a gusto estando juntos, crece en ellos el deseo de conocerse más, de apoyarse y de llegar a tener una identidad propia.

  • Infancia:

Poco a poco, el grupo va creciendo y sus miembros van descubriendo que pueden llegar a hacer algo en común, profundizan la comunicación, van definiendo objetivos y vislumbran hacia dónde quieren ir. Es tiempo de imaginación, de planes fabulosos y de imitación de lo que hacen otros grupos. Lo sensible juega un papel importante, por lo que fácilmente surgen disputas, se asumen entusiastamente responsabilidades que luego no se pueden cumplir, y hay poca capacidad de evaluación.

  • Adolescencia:

Es el momento de las crisis de integración, de luchas por el liderazgo, de una nueva búsqueda del sentido del grupo y de los caminos concretos para realizar su identidad.

En este momento, el grupo se autoafirma o se desintegra. Es muy importante ayudar a los miembros a identificar la fuente de la crisis, a dialogar entre ellos, a dar importancia al «nosotros» por encima del «yo», a realizar acciones que les permitan poner en práctica sus ideales, a buscar caminos de maduración.

  • Juventud:

Superada la crisis, el grupo alcanza mayor estabilidad, va logrando una personalidad grupal más definida, adquiere más autonomía respecto del animador, profundiza sus relaciones, asume compromisos con más seriedad, se abre a la realidad social y comienza a tomar opciones importantes. La propia maduración les lleva a buscar el sentido comunitario y la efectividad, a ser más realistas a la hora de trazar objetivos y a exigir compromisos concretos y firmes a sus miembros.

  • Adultez:

Un grupo juvenil es adulto cuando sus miembros deciden vivir lo más fuertemente posible la experiencia de comunidad, con objetivos muy claros y definidos, con niveles de comunicación profunda, con aceptación mutua incondicionada y corrección fraterna, con un proyecto de servicio claro encarnado en su realidad. Es el momento en que descubren la necesidad de ser multiplicadores de esta experiencia y deciden hacer nacer nuevos grupos, con impulsos nuevos. Es el momento en que los miembros se ayudan entre sí a hacer la propia opción vocacional.

  • Muerte – Vida nueva:

El grupo no puede permanecer para siempre, no es inmortal. Una vez que encuentran su propio camino y hacen una elección en la vida, sus miembros, que ya no son jóvenes sino adultos, se dispersan y comienzan a dar vida en JMV o en otros ambientes, viviendo de una manera nueva y siendo agentes transformadores de la realidad. No se trata de morir y desaparecer, pues aunque el grupo se desintegre, paradójicamente aparecen nuevos impulsos de vida, nuevas semillas, nuevas realidades. Hay que hacer nuevamente la propuesta a otros jóvenes y hacer que ellos experimenten lo que nosotros hemos vivido, así nacen nuevos grupos e inicia nuevamente el proceso.

La responsabilidad de acompañar un grupo de jóvenes es el fruto de una llamada a la que queremos responder, llamada a compartir la fe y a darla a conocer a las generaciones futuras. Esto requiere que pongamos todos nuestros dones y capacidades a disposición de los jóvenes para ayudar al grupo a consolidarse, a crecer y a lograr los objetivos de la Asociación.

La primera pregunta que nos surge es, sin duda: ¿Quién puede acompañar a un grupo de JMV? Utilizaremos la palabra «animador» para designar a la persona que toma la iniciativa de iniciar y acompañar el grupo. En este sentido, el animador puede ser un joven adulto, un misionero de la Congregación de la Misión, una Hija de la Caridad, un sacerdote, un religioso, en resumen un adulto en la fe que conozca y viva el espíritu de la Asociación. Sus funciones son:

  • Animar y fortalecer la vida del grupo.
  • Ayudar a los jóvenes a planificar anualmente las actividades del grupo.
  • Procurar la integración del grupo en la vida parroquial y diocesana.
  • Informar a las instancias superiores sobre la marcha del grupo.

Para empezar un grupo se hace necesario conocer la Asociación, de tal modo que las actividades, contenidos y propuestas que hagamos respondan a la finalidad de la misma. En este sentido, queremos sugerir una lista de documentos y contenidos que pueden ayudar al animador de grupo a conocer mejor la Asociación y a lograr los objetivos que se propone. Esos documentos están disponibles en el Secretariado Internacional de JMV (Manila, Filipinas) y puedes solicitarlos por correo electrónico:

  • Estatutos Internacionales de JMV.
  • Rol y Tareas de los Asesores de JMV.
  • Procesos Formativos y Desembocadura en JMV.
  • Documento Final de la última Asamblea General.

Esos documentos de índole internacional tienen la ventaja de ofrecer una visión global de la Asociación y pueden constituir una primera iniciación para el animador. En el futuro, el animador podrá ir profundizando algunos temas o contenidos para los cuales necesitará más formación e información. 

En los primeros momentos de la vida del grupo, no se da una clara distinción entre los líderes. Es el motivo por el cual utilizamos el término «animador» para designar a la persona que está al frente del grupo cuando comienza su andadura. Conforme se va fortaleciendo el grupo (estabilidad de los miembros, claridad en los objetivos, acciones concretas definidas, metodología propia asumida, lucha por el liderazgo), es necesario establecer la diferencia de roles para dar paso a la etapa de afianzamiento y crecimiento del grupo. 

Como regla general, se recomienda que cada grupo de JMV sea acompañado por un joven coordinador (presidente) y un asesor. El presidente es un joven elegido por los miembros del grupo para coordinar las actividades del mismo, junto con el asesor. El asesor tiene como tarea fundamental acompañar el proceso de educación en la fe de los miembros del grupo. Trabaja en estrecha colaboración con el presidente del grupo. Se recomienda que sea un miembro de la Congregación de la Misión o una Hija de la Caridad. También pueden ser asesores: un sacerdote diocesano, un religioso, o un laico adulto que conozcan y vivan el espíritu de la Asociación.

Desde el primer momento es importante insistir en que los miembros del grupo han de financiar sus actividades. Para llegar a vivir la autofinanciación en el grupo, el animador debe apelar a la responsabilidad personal de cada miembro, invitando a ser generosos a la hora de compartir los bienes con los demás, especialmente con los más desfavorecidos. Para estimular a los jóvenes en este sentido, puedes partir de un pequeño análisis de la situación del grupo al que acompañas, contestando con ellos a las siguientes preguntas:

  1. ¿Cuál es la situación socio-económica de los miembros? ¿Con cuánto puede colaborar cada miembro personalmente para el sostenimiento económico del grupo?
  2. En el entorno inmediato, ¿qué personas podrían, en un primer momento, apoyar con medios financieros la vida del grupo? ¿Durante cuánto tiempo?
  3. ¿Qué factores en el ámbito social dificultarán/facilitarán la búsqueda de recursos económicos?
  4. ¿Qué actividades concretas podrían emprender los jóvenes para conseguir fondos para sus actividades y sus proyectos de servicio a los pobres?

Si deseas profundizar más en este aspecto, te invitamos a leer dos documentos publicados por el Equipo Internacional sobre los asuntos económicos de la Asociación:

De estos documentos, las ideas claves que debes guardar en tu mente son las siguientes:

  • Los miembros de JMV son responsables de contribuir al sostenimiento económico de la Asociación, a nivel local, nacional e internacional.
  • Los fondos necesarios para las actividades de la Asociación y para atender a las necesidades de los pobres deben procurarlos los mismos jóvenes con creatividad y perseverancia.
  • Nadie es tan pobre que no pueda aportar algo para la vida y actividades del grupo.

Sugerencias de actividades concretas

1.Actividades sencillas y a corto plazo

  • Venta de artículos en fiestas significativas: tarjetas postales, artesanía, pasteles o dulces hechos por los jóvenes y familiares.
  • Rifa o sorteo.

2. Actividades que requieren cierta inversión inicial y mayor organización:

  • Montar una obra teatral o un grupo de payasos.
  • Organizar un mercadillo, un concierto, unas competiciones deportivas, etc.
  • Elaborar un proyecto y someterlo a algún benefactor o institución interesada en el trabajo con los jóvenes y/o con los pobres.
  • Crear un pequeño «negocio» permanente que garantice unas entradas continuas al grupo: un huerto, un medio de transporte público (taxi moto, autobús, etc.), pequeña tienda, ciber café, etc.

Una recomendación: cualquier actividad de autofinanciación debe atenerse a la legislación propia de su país o ciudad. Es importante informarse previamente, para realizar las actividades de búsqueda de fondos dentro de los límites establecidos por la Ley. Y no olvides que JMV es una asociación sin ánimo de lucro.

Al iniciar un grupo de JMV, el animador puede contar con valiosas ayudas:

a) El Consejo Nacional de JMV

Es el equipo coordinador de las actividades de JMV en un país determinado. Poniéndose en contacto con este equipo se pueden conseguir orientaciones y ayuda para la formación del animador y de los miembros, la planificación y desarrollo de las actividades del grupo, y el reconocimiento oficial del mismo. El Secretariado Internacional les puede ofrecer las informaciones oportunas para ponerse en contacto con el Consejo Nacional JMV de su país.

b) El Secretariado Internacional de JMV

Creado en 1999, es el órgano ejecutivo de JMV a nivel internacional cuya misión consiste en estar al servicio de la animación y coordinación de toda la Asociación, intentando ser cauce de intercambio e información entre los países miembros, ofreciendo medios para la formación humano-cristiana de los jóvenes y apoyando sus proyectos de evangelización y servicio a favor de los más necesitados.

Dirección postal:

Juventud Mariana Vicenciana
Secretariado Internacional
Marian Center Building | 959 San Marcelino Street | Ermita, Manila 1000, Philippines

Teléfono: +63 272 176 465 | +63 917 623 6172

Email: info@jmvinter.org

Sitio web: www.jmvinter.org

c) La Familia Vicenciana

En los países donde está presente alguna rama de la Familia Vicenciana, ésta puede ser una gran ayuda para profundizar en el carisma vicenciano, realizar juntos actividades y proyectos de servicio a los más necesitados.

La página web de la Familia Vicenciana internacional es www.famvin.org  

Esperamos que estas reflexiones te ayuden a tener una visión global del ser y el hacer de JMV. Son orientaciones que pueden servirte para desempeñar con más facilidad tu rol de animador de un grupo que empieza su caminar dentro de la Asociación. Para cualquier pregunta o aclaración, no dudes en consultar al Secretariado Internacional. Contestaremos con mucho gusto a tus llamadas y mensajes.

Es importante que grabes en tu mente y en tu corazón las palabras de santa Catalina Labouré al P. Aladel, con las cuales introdujimos este documento: «La Santísima Virgen quiere confiarle una misión… es una cofradía de jóvenes de María». Se trata, por amor a la Virgen, de crear un grupo de jóvenes que tomen a María como Madre y Maestra, para saber descubrir a Jesús en los pobres y servirle en la Iglesia y en la sociedad. Al comenzar esta experiencia como animador, te invitamos a recordar la mirada atenta y compasiva de Jesús sobre las muchedumbres que le seguían: eran como «ovejas que no tienen pastor» (Mt 9,36). Atrévete a responder a la llamada de la Virgen dentro de la Asociación; acoge con amor a los jóvenes que vengan a buscar a través de ti a Aquél que es «Camino, Verdad y Vida» (Jn 14,6). Tan importante como los proyectos y la organización es el dejar que tu corazón se inflame al contacto de la Palabra de Dios para que puedas apacentar a esta pequeña porción de la Iglesia que Dios te confía. «Rema mar adentro» (Lc 5,4) te dice Jesús hoy y descubrirás que «con los jóvenes, nunca se logra todo lo que se quiere, pero nunca se pierde lo que hace».

Adelante, pues «el que te eligió no te dejará» (Dt 31,8). Te acompañará en esta misión bella y apasionante «todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

II. Herramientas prácticas
Criterios

Con este título ambicioso, te ofrecemos algunas pautas para organizar la vida del grupo.

Es importante recordar que este proceso de planificación debe adaptarse a la realidad del grupo. Los modelos que ofrecemos a continuación seguramente no encajarán exactamente con tu grupo, pero te permitirán entender mejor hacia donde caminar.

Los principales criterios a tomar en cuenta a la hora de planificar con los jóvenes son:

  • Suscitar una dinámica de actividades que propicie el conocimiento mutuo, la unión y el afecto entre los miembros del grupo, de tal modo que valoren todo aquello que les une y que acojan las diferencias como una riqueza.
  • Ofrecer contenidos teniendo en cuenta la finalidad de la Asociación y partiendo de las necesidades e intereses de los jóvenes.
  • Tomar en cuenta la vida de la Iglesia (de la parroquia en concreto) y de la sociedad: fiestas, acontecimientos significativos, etc; ayudando a los jóvenes a descubrir su verdadero significado.
  • Acompañar el crecimiento del grupo y de los jóvenes desde las dimensiones básicas antes señaladas: fraternidad, oración, servicio y formación.
  • Establecer con el grupo objetivos claros y evaluables, tomando en cuenta la planificación de la pastoral juvenil de la Diócesis en la que vive el grupo.
Experiencias fuertes durante la iniciación del grupo

La vida del grupo se construye a través de las reuniones, catequesis y otras actividades que realizan los jóvenes junto con su animador. A lo largo de este camino, conviene ofrecer a los jóvenes, experiencias fuertes y profundas que les ayuden a dar cohesión al grupo y consolidar su encuentro con Jesucristo y con los pobres. Estas experiencias están llamadas a aumentar en profundidad e intensidad a medida que el joven va avanzando en el proceso de maduración como persona y como creyente.

Al culminar la etapa de nacimiento del grupo, sus miembros deberían haber realizado las siguientes experiencias fuertes: experiencia de la amistad, experiencia de la cercanía de Dios en Jesucristo, experiencia de la celebración festiva y sana en grupo, y experiencia de la solidaridad con los más necesitados.

Propuesta temática para un año

La propuesta temática es el hilo conductor de los contenidos de las reuniones y actividades que se realizarán a lo largo del año. Ejemplo:

Lema anual (propuesto por el Secretariado Internacional o por el Consejo Nacional)

Periodo sep-dic:

    • Tema: «Amaos unos a otros con amor fraternal» (Rm 2,10; Jn 13,34).
    • Objetivo general: Hacer la experiencia de la amistad en el grupo. 
    • Contenido: Conocerse y conocer a los demás. Expresar y comprender los propios sentimientos.

Periodo ene-mar:

    • Tema: «Jesús les llamó para estar con él» (Mc 3,14).
    • Objetivo general: Descubrir la llamada de Jesús a seguirle, junto con otros hermanos en la fe.
    • Contenido: Iniciación al grupo como comunidad de fe. El seguimiento de Jesucristo: llamada a una vida nueva.

Periodo abr-jun:

    • Tema: «Estad siempre alegres en el Señor» (Flp 4,4).
    • Objetivo General: Acoger la Palabra de Dios como buena noticia para nuestras vidas.
    • Contenido: Iniciación a la lectura personal y comunitaria de la Palabra de Dios. El Magnificat, un canto de alegría. Ayudas para canalizar adecuadamente los sentimientos negativos.

Periodo jul-ago:

    • Tema: «Me envió a dar la buena noticia a los pobres» (Lc 4,18).
    • Objetivo General: Ser signos vivos del amor de Dios en el servicio a los más necesitados.
    • Contenido: Experiencia de servicio a los pobres. Ser testigo de Cristo en palabra y acción. Un tema de actualidad.
Ejemplo de un cronograma anual de trabajo

La programación, anual o por trimestres, ha de ser una práctica flexible según las necesidades y la marcha del grupo. Se elabora tomando en cuenta el lema anual, así como los tiempos litúrgicos y las actividades previstas a nivel parroquial y asociativo.

El grupo necesita que la planificación incluya actividades que rompan la rutina de las reuniones periódicas y lo fortalezcan. Se trata de acciones programadas de tal forma que no entorpezcan la marcha anual sino que supongan un aliciente: una convivencia al comienzo del curso y/o campamento al final; convocatoria invitando a otros jóvenes al menos una vez cada curso. El proyecto que te presentamos pretende ser integral e integrador.

Ejemplo:

Periodo sep-dic: 

    • Lema: «Amaos unos a otros con amor fraternal» (Rm 2,10; Jn 13,34).
    • Eventos/actividades:
      • Reuniones semanales*
      • Picnic o actividad deportiva (inicio)
      • Preparación del pesebre (o Belén) del grupo
      • Fiesta de Navidad parroquial

Periodo ene-mar:

    • Lema: «Jesús les llamó para estar con él» (Mc 3,14).
    • Eventos/actividades:
      • Reuniones semanales*
      • Preparar y celebrar la eucaristía en grupo
      • Visita a un orfanato (o comedor social)

Periodo abr-jun:

    • Lema: «Estad siempre alegres en el Señor» (Flp 4,4).
    • Eventos/actividades:
      • Reuniones semanales*
      • Excursión – Juegos
      • Fiesta de fin de curso

Periodo jul-ago:

    • Lema: «Me envió a dar la buena noticia a los pobres» (Lc 4,18).
    • Eventos/actividades:
      • Celebración de fin de curso
      • Compromisos personales de los miembros del grupo

*Las catequesis se dan dentro de las reuniones semanales. No detallamos el contenido de las mismas. Cada trimestre, el número de reuniones se determinará tomando en cuenta las otras actividades previstas.

Sugerencias básicas para una reunión

Es muy importante una correcta preparación de la reunión. El contenido y el desarrollo dependen mucho del momento, de los objetivos pastorales y de muchos otros factores. Sin embargo, podemos afirmar que toda reunión del grupo debe contar con los siguientes elementos:

  • Un objetivo y un contenido, relacionados a menudo con el cronograma y la temática anual.
  • Un tiempo para compartir la vida cotidiana (eventos felices, penas, inquietudes).
  • Unas actividades concretas (se recomienda concretar duración, breve descripción y recursos humanos, materiales o económicos necesarios).
  • Un espacio de encuentro con Dios (breve oración, lectura de la Palabra, un canto para meditar, etc). La oración debe establecerse como un momento de la reunión, al comienzo como parte de la motivación o al final como resumen.
  • Un momento, aunque muy breve, de evaluación, con un compromiso concreto que los jóvenes vivirán hasta la próxima reunión.

Además, es importante no confundir la reunión del grupo con una catequesis. La catequesis es un espacio de formación para profundizar en el mensaje evangélico con vistas a educar en la fe o para trabajar algún aspecto de la vida del grupo. Consta de cuatro momentos: partir de una experiencia de vida, iluminarla con el Evangelio, sacar aplicaciones y establecer compromisos prácticos. En este sentido, la catequesis puede ser parte de la reunión del grupo.

Para una buena reunión de grupo, conviene tomar en cuenta las siguientes normas:

  • Procurar un ambiente familiar, cuidar el lugar, el comienzo de la reunión, etc. (sobre todo en las primeras etapas).
  • Fijar la duración de la reunión y atenerse a ella, al menos que los jóvenes mismos decidan prolongarla.
  • Favorecer la escucha y la participación de todos y animar a los más tímidos.
  • Recordar el contenido de la reunión anterior para ayudar a los jóvenes a percibir la continuidad entre las actividades propuestas.
  • A medida que sea posible, iniciar en la corresponsabilidad tanto en la planificación y preparación de la reunión como en la evaluación de la misma.

Es fundamental cuidar el inicio del curso:

  • Comenzar con una actividad (convivencia, campamento…) que motive para el primer año.
  • Comenzar conociendo y dando a conocer la realidad de cada joven: dinámicas para el propio conocimiento que ayudan a la interioridad, dinámicas para el conocimiento de los miembros del grupo, actividades que favorezcan el encuentro, la amistad y el compartir en el grupo.
  • Determinar el ritmo de las reuniones de acuerdo con los miembros del grupo. El mínimo recomendable es una reunión al mes, pero sería más conveniente organizar una reunión semanal para mantener la cohesión del grupo, sobre todo al iniciar sus actividades. Así se podría trabajar sucesivamente y con más énfasis las cuatro dimensiones de la vida del grupo: fraternidad, oración, formación y servicio a los pobres.

Te presentamos a continuación algunos ejemplos de reuniones para el grupo. Se inspiran en las anteriores indicaciones y ofrecen catequesis sobre los distintos aspectos de la vida del grupo: fraternidad, oración, formación y servicio a los pobres:

  • Conocerme a mí mismo y a mis compañeros.
  • Conocer a Jesús de Nazaret.
  • Descubriendo a JMV.
  • Al encuentro del pobre.

Cada catequesis se desarrolla según el siguiente esquema:

  • Experiencia de vida
  • Iluminación con la Palabra de Dios
  • Aplicaciones
  • Compromiso práctico
I. Conocerme a mí mismo y a mis compañeros

Oración: Avemaría; Salmo 71 (70): Tú, Señor, fuiste mi esperanza desde mi juventud. Canto: (…)

Objetivo: Favorecer el conocimiento de uno mismo y desarrollar la autoestima. Promover el sentido de pertenencia al grupo y de hermandad entre cada miembro y sus compañeros.

Desarrollo de la actividad:

Experiencia de vida:

Los miembros dibujan o escriben en forma de cuento (si se nota una cierta incomodidad en utilizar el arte decorativo) lo que más les representa (sugerir que se identifiquen con un elemento de la naturaleza, con un objeto que usan en el colegio, con una prenda, o que describan un personaje fantástico o una característica de su personalidad…). Trabajan individualmente y aisladamente durante 10 minutos. Cada uno entrega su hoja al animador sin poner su nombre. Éste los mezclará sin respetar el orden de entrega. Se comentará en grupo cada trabajo anónimo y se analizarán las características del autor desconocido. Finalmente, se revelarán los nombres de los autores y el grupo comentará su verdadera opinión sobre el compañero en cuestión. La actividad ayuda a estrechar las relaciones intergrupales y a desarrollar la confianza de cada miembro.

Iluminar con el Evangelio:

      • «No llaméis a nadie “Padre” vuestro, porque uno solo es vuestro padre… el del cielo… y vosotros sois todos hermanos» (Mt 23,8-9). Sepamos querernos como hermanos, porque no existe hijo de Dios que Él considere más o menos importante que otro.
      • «No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores» (Mt 9,9-13) Jesús invita a sus discípulos a que lo sigan. Cada día dirige su invitación a nosotros, sus amigos. Él nos acepta así como somos, con todos nuestros defectos. Como Mateo, ¿sabemos responder a la llamada de Jesús? ¿Somos conscientes de nuestra originalidad y de que el Señor nos ve a cada uno de nosotros como a sus hijos?

En la práctica:

¿Cómo es tu día? Describe tu jornada o comenta tus gustos personales: comida, programas de tele, música, moda… ¿Somos todos iguales? ¿Hay gustos mejores o peores? Descubrir varios estilos de vida y la diversidad de cada hermano, partiendo de la experiencia de cada día de los miembros. A pesar de las diferencias en nuestros estilos de vida, todos somos hijos de Dios y todos estamos llamados a seguirle. Reflexiona: Acudiendo a esta reunión, has respondido ya a su primera llamada.

Compromiso:

Rellenar una ficha personal sencilla que se guardará en la sala de reunión (datos personales importantes, pasatiempos, cualidades, etc.).

Oración de clausura: Salmo 145 Felicidad de los que esperan en Dios; Canto a la Virgen.

II. Conocer a Jesús de Nazaret

Oración: Un canto; Oración a la Virgen; Salmo 141

Recapitulación de la reunión anterior: ¿Qué tema hemos tratado? ¿Cuál era el objetivo? ¿Qué hemos descubierto?

Objetivo: Fomentar el fortalecimiento de la fe de cada miembro. Tras descubrir que somos todos hermanos, hijos de Dios (tema tratado en la precedente reunión), ahora conozcamos a Jesús.

Desarrollo de la actividad:

Experiencia de vida:

¿Quién es Jesús para ti? Describe un momento de tu vida en que crees haber encontrado a Jesús.

Iluminar con el Evangelio:

Analiza los dos Evangelios:

      • «Un día Jesús estaba orando en cierto lugar; cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: “Señor, enséñanos a orar como enseñó Juan a sus discípulos”. Él les dijo: “Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino”» (Lc 11,1-4). Los discípulos viendo a Jesús rezar, le piden que les enseñe a orar. Ellos estaban acostumbrados a las «fórmulas» formales y pomposas de los rabinos y de los fariseos. La simple oración que les enseñó, condensa toda la experiencia de la verdadera fe cristiana.
      • «Por la mañana, antes de que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando» (Mc 1,35-39). Jesús se levanta temprano para rezar. Para Él la oración viene antes de todo.

a) Describe la actitud de Jesús frente a sus discípulos, a la gente, a la oración.

b) Enfoca tres aspectos importantes de la vida de Jesús (¿Coinciden, por ejemplo, con la oración, los milagros y la anunciación del Reino de Dios?).

c) Con tus compañeros, dramatiza una parábola o un hecho del Evangelio que más te ha llamado la atención. ¿Qué mensaje te transmite?

En la práctica:

Reflexiona sobre alguna de tus prioridades ¿cabe la oración?, ¿de qué manera Jesús aporta algo a tu vida de cada día?, ¿a lo largo del día, buscas tiempo para encontrar, rogar y escuchar a Dios?

Compromiso: Empezar la lectura del Evangelio según san Marcos.

Oración de clausura: Padre nuestro; Canto final.

III. Descubriendo a JMV

Oración: Avemaría; Salmo 132.

Recapitulación de la reunión anterior: Intentar resumir las dos reuniones anteriores en dos etapas: la primera, de la fraternidad; la segunda, de la fe.

Objetivo: Fomentar el interés en conocer más acerca de JMV, quienes son sus miembros, sus promotores y sus objetivos.

Desarrollo de la actividad:

Experiencia de vida:

      • Lluvia de ideas: los participantes pronunciarán, sin detenerse mucho en reflexionar, palabras que connoten signos relacionados con el motivo que los lleva a participar como miembros de la Asociación (p.e.: llamada, invitación, amigos, proyecto de la Virgen, diversión…). Un compañero se encargará de apuntar en una pizarra las palabras pronunciadas por los demás. El animador, al final, pedirá a los participantes que clasifiquen cada palabra en categorías: la de la Fe/espiritualidad, la de la amistad/diversión. La clasificación con menos elementos, necesitará una revisión y una profundización.
      • Analizar el nombre de nuestra Asociación: «Juventud Mariana Vicenciana». ¿Qué significa? Introducir las cuatro características de JMV: Eclesial, Laical, Mariana y Vicenciana.
      • ¿Cuáles son las tareas que los miembros de la Asociación están llamados a cumplir? Formación, Servicio, Catequesis, Misión.

Iluminar con el Evangelio y los escritos vicencianos:

      • «(Jesús) llamó a los que él quiso, y vinieron junto a él» (Mc 3,13).
      • «Dice al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”» (Jn 19,27).
      • «La Santísima Virgen quiere que usted comience una asociación de la que será fundador y director; se trata de una asociación de Jóvenes de María, a quien la Santísima Virgen concederá muchas gracias» [Cf. LAURENTIN René, Catherine Labouré et la Médaille Miraculeuse (1), 357].

En la práctica: Reflexiona ¿cuál es para ti la tarea más importante que un JMV debe de cumplir?

Compromiso: Leer un relato breve de la vida de santa Catalina o visitar la página web de JMV Internacional.

Oración de clausura: Avemaría; Salmo 125: Dios, alegría y esperanza nuestra. Canto.

IV. Al encuentro del Pobre

Oración: Canto de apertura; Oración a la Virgen; (Jn 13,34-35).

Recapitulación de la reunión anterior: Hasta ahora hemos trabajado para conocernos mejor, construir una «familia» en que los hermanos puedan vivir; hemos descubierto la sencillez de la oración de Jesús, y también la entrega de san Vicente a los pobres. Ahora, habiendo recorrido parte importante del camino de un JMV, desemboquemos en el servicio.

Objetivo: Descubrir, en el contacto con el pobre, la parte más enriquecedora de la experiencia de todo cristiano.

Desarrollo de la actividad:

Experiencia de vida:

¿Qué significa servir? ¿Quién es para ti el «pobre»?

Si es verdad que «El amor es inventivo hasta el infinito» como decía san Vicente de Paúl, intenta ser creativo y encuentra una idea alternativa con que ayudar a los pobres de tu barrio, pueblo o ciudad.

Iluminar con el Evangelio:

      • «Un precepto nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; como yo os he amado, así también amaos mutuamente. En esto conocerán todos que sois mis discípulos: Si tenéis caridad unos para con otros…». (Jn 13,34-35).
      • «Estuve enfermo y me visitasteis…» (Mt 25).
      • «La mies es mucha, y los obreros pocos…» (Lc 10,2).
      • «Al servir a los pobres se sirve a Jesucristo» (C. IX, 252).

En la práctica:

¿Has participado alguna vez en un proyecto de servicio o voluntariado?
Comparte una experiencia de servicio, sea de un proyecto de tu colegio, de alguna asociación a la que perteneces, sea de la vida de cada día.

Compromiso: Participar en la actividad de servicio del grupo.

Oración de clausura: Oración a san Vicente.

Lo que llamamos «técnicas de grupo» o «juegos» tiene un papel muy importante en el trabajo con jóvenes en varios sentidos.

a) Ayudan a crear un ambiente divertido que hace que los jóvenes quieran asistir a las actividades propuestas.

b) Les ayudan a conocerse y romper las barreras interpersonales.

c) Pueden usarse para crear un ambiente donde los jóvenes aprenden por el hecho de involucrarse y a partir de la propia experiencia personal. Por ejemplo, muchos de estos juegos se pueden usar para ayudarlos a entender la importancia de trabajar juntos, o de escuchar con atención, o de dejarse ayudar, etc.

Te proponemos a continuación algunas técnicas sencillas que pueden ayudar a crear buen ambiente en el grupo y a crecer. Puedes encontrar muchos más ejemplos en internet o en libros de técnicas grupales.

Para formar grupos de trabajo o de juego:

Los animales

Objetivo: Formar grupos al azar.

Desarrollo:

A cada uno se le entrega un papel con el nombre de un animal (la cantidad de animales dependerá de la cantidad de grupos que se quieran formar), cuando todos tienen su animal comienzan a realizar el sonido de este, buscando sus iguales.

El naufragio

Objetivo: Para encuentros masivos o de grupos en donde conviene formar grupos mezclados y heterogéneos. Formar grupos pequeños, pero de manera que la gente quede mezclada.

Desarrollo:

El animador previamente busca qué condiciones poner: que no queden del mismo grupo o ciudad, tantos hombres y/o mujeres, tantos adultos y/o jóvenes, alguien con anteojos, etc.

Dice que es el caso o la historia de un naufragio y se deben formar botes salvavidas con tales condiciones y que en los botes se deben: 

  • Aprender los nombres de los náufragos.
  • Aprender los nombres de los náufragos.
  • A qué grupo o institución pertenecen.
  • Ponerle un nombre al bote, etc.

Simula luego un mar agitado y da la orden de formar botes. (10′)

Se forman los botes y trabajan en aprender nombres. (20′)

Presentación de los botes, si es necesario, en plenario.

Dinámica rompehielos:

Canasta Revuelta

Material: un lugar abierto o cerrado, sillas individuales, un grupo de jóvenes deseosos de divertirse.

Desarrollo:

El director de juegos dará las instrucciones.

  • Cuando se le diga a cualquier persona manzana va a contestar diciendo el nombre de la persona que está sentada a su izquierda, y cuando se le diga pera contestara con el nombre de la persona que esté a su derecha.
  • Cuando el director diga canasta revuelta todos deben cambiarse de sus lugares.

Pierde la persona que tarde en decir el nombre, o que lo diga mal, o que no se cambie de lugar. Y pasa a dirigir el juego.

Conclusión:

Nos sirve para poder conocer la mayor parte de los nombres de los integrantes, de manera divertida además que necesariamente cada que la persona se cambie de lugar entablara una rápida platica para aprenderse el nombre de sus dos vecinos inmediatos.

Para aprender a trabajar en equipo:

Se hacen 2 o 3 equipos máximo de 10 personas, también se puede hacer equipo de hombres y equipo de mujeres, a cada equipo se les da una lista de 10 cosas que puedan encontrar en el lugar donde estén ya sea cerca o lejos del lugar (ejemplo: 1 vaso, 1 arete, 1 hoja seca, 1 hormiga, etc.)

Después el líder debe darles la instrucción de empezar y ellos se ponen de acuerdo y leen lo que se les pide buscar y corren a buscarlo.

El equipo que reúna primero todos los objetos gana. Previamente se deben acomodar unas 2 o 3 sillas dependiendo el número de equipos que haya, para que cada equipo vaya acomodando los objetos que van reuniendo, en esa silla.

Es divertido ya que todos corren por todos lados para reunir los objetos lo más rápido posible y como generalmente no se ponen de acuerdo que es lo que va a buscar cada integrante del equipo, casi siempre resulta que casi todos los integrantes del equipo buscan el mismo objeto al mismo tiempo.

Verás que pasan un buen momento y conviven muy bien los jóvenes.

Dinámica sobre la Biblia:

Quién soy

Para hacer esta dinámica, el grupo debe ser por lo menos de cinco personas.

La primera persona piensa en un personaje bíblico, por ejemplo: Abraham. Se dirige hacia la persona que está a su lado y le dice una pista o característica de ese personaje. En el caso de Abraham, puede decir: «Tenía mucha fe» y espera a ver si el otro puede adivinar de quién se trata. Si no adivina, puede darle otra pista.

Una vez que haya adivinado el personaje, quien acaba de adivinar hace lo mismo con el siguiente participante.

Para favorecer la confianza y un intercambio más profundo:

Ordenador

Objetivo: Comienza la consolidación del grupo compartiendo información con las personas que vamos a jugar. Los objetivos a perseguir desde este tipo de técnicas son:

  • Fomentar un ambiente distendido y de participación.
  • Favorecer la comunicación y el intercambio.
  • Lograr un mayor grado de confianza y conocimiento sobre sí mismo, sobre los demás y sobre el propio grupo.

Participantes: Esta técnica la podemos realizar con grupos de todas las edades.

Tiempo: Depende del animador, el cual propone las afinidades entre los participantes, la duración aproximada está entre los 10-15 minutos.

Material: No necesitamos ningún material.

Lugar: Lo mejor es tener un espacio amplio, una sala, al aire libre, etc. Para que los «ordenadores» se reúnan con sus iguales.

Proceso: Todo el grupo se mete en el papel de sentirse ordenadores, como tales transmiten mensajes. Todos ellos caminan por la sala, transmitiendo el mensaje: «BIT, BIT,…» mientras caminan por la sala dialogan con sus compañeros y buscan las afinidades que dicta el animadora. Por ejemplo: signo zodiacal, color favorito, comida favorita, etc. Con esto lo que logramos es formar grupos.

Observaciones: Entre todos los participantes del grupo comentaremos la dinámica, harán algunas preguntas a los participantes para ver si les gustó, cómo se sintieron, si les pareció divertido, en caso de que no fuera positiva escucharíamos el porqué no lo ha sido.

El paracaidista confiado

Objetivos:

  • Crear un ambiente de distensión, armonía y confianza dentro del grupo.
  • Poner a cada participante en la situación de tener que confiar en los compañeros.

Participantes: Este tipo de actividad se puede realizar con todo tipo de grupos desde niños, adolescentes e incluso adultos.

Tiempo: La duración de la actividad es relativa, aunque aproximadamente es de 10 a 15 minutos.

Material: No se precisa ningún tipo de recursos materiales para la realización de dicha actividad.

Lugar: La actividad se puede realizar tanto en espacios abiertos como cerrados, y no es necesario que sea demasiado grande.

Procedimiento: Los participantes del grupo, realizan dos filas todos puestos en pie (una enfrente de otra) con los brazos extendidos. Con un separación suficiente para que haya espacio y de tal forma que la persona que caiga encima de los brazos de los componentes de dichas filas no caiga al suelo.

Otro participante, desde una altura superior donde están formadas las filas, se tirará hacia los brazos de los integrantes del grupo. Estos agarrarán al participante que se lanza para que no caiga al suelo. El participante que se tira, debe tener plena confianza en sus compañeros, sabiendo que éstos van a evitar su caída.

Observaciones: Entre todos los integrantes del grupo, comentaremos la actividad, reflexionaremos sobre cómo nos hemos sentido, si nos ha gustado, si nos pareció divertida, etc.

Para la resolución de conflictos:

El gato y el ratón

Objetivos:

  • Experimentar sentimientos de empatía hacia otras personas.
  • Ponerse en el otro punto de vista.
  • Puede servir para hablar de valores.

Participantes: El número de participantes es indeterminado. Esta actividad se puede realizar con todo tipo de grupos a partir de la adolescencia, adaptándose a sus necesidades (adolescentes, jóvenes, adultos).

Tiempo: Aproximadamente 20 minutos.

Material: No precisamos ningún tipo de material.

Lugar: Esta técnica la podemos realizar tanto en espacios abiertos como cerrados, es importante que sea espacioso y tranquilo.

Procedimiento: El animador pide a los integrantes del grupo que cierren los ojos y se concentren. Seguidamente cuenta una historia del «gato y el ratón». La historia dice así:

«Entramos en una casa, es muy grande, inmensa, llega un momento donde nos convertimos en ratón, todo aquello que nos rodea nos parece inmenso». ¿Cuáles son nuestros sentimientos?

«Cuando nos encontramos a un gato y nos quiere comer, justo en el momento de darnos el primer bocado, nosotros nos convertimos en gato y el gato en ratón».

¿Cuáles son mis pensamientos y sentimientos de gato al encontrarme con el ratón?

Terminada la actividad, pondremos en común una reflexión sobre la experiencia:

¿Cómo vivir la empatía? ¿Qué actitud tener en situación de conflicto?

Observaciones: Es un psicodrama con mediador/a para enfocar los problemas. Es importante que la mecánica de la técnica nos sirviera para practicar las habilidades sociales y resolución de conflictos.

Para evaluar el grupo:

La letrilla

Objetivos:

    • Hacer una evaluación del grupo.
    • Ver cuáles han sido las anécdotas que más han llamado la atención.

Participantes: Niños y jóvenes en grupos con número de participantes no excesivo.

Tiempo: No hay un tiempo aproximado definido.

Material: Una hoja y un bolígrafo para poder apuntar la canción.

Lugar: Que sea amplio para que estén cómodos todos los miembros del grupo.

Desarrollo: Se modifica la letra de una canción conocida para incluir las anécdotas más significativas que hayan surgido a lo largo del año y luego se canta.

Observaciones: Entre todos los integrantes del grupo, comentaremos la actividad, reflexionaremos sobre cómo nos hemos sentido, si nos ha gustado, si nos pareció divertida, en caso contrario intentaremos hallar el porqué.

¿Con qué emoción o estado de ánimo te encuentras más identificado ahora?

Objetivos:

    • Ver la situación anímica del grupo en un momento determinado.
    • Evaluar cómo se encuentra el grupo.

Participantes: El número de participantes es indeterminado. Esta actividad se puede realizar con todo tipo de grupos, especialmente para adolescentes.

Tiempo: La duración aproximada es de unos 15 minutos.

Material: Un folio con caras diferentes, representando los distintos estados de ánimo.

Lugar: Puede realizarse tanto en espacios abiertos como cerrados.

Desarrollo: El animador da una hoja con diversas caras que se corresponden con diferentes estados de ánimo. Posteriormente irá preguntando cara por cara quién del grupo se siente identificado con esos estados de ánimo que el animador apunta.

Observaciones:  Interesa comentar lo sucedido ya que nos puede ayudar con respecto a los sentimientos (¿Cómo nos hemos sentido?). Hacer una lluvia de ideas…

  1. No olvides sacar fotos de las actividades del grupo. Puedes exponerlas en el lugar de reunión o en la parroquia, si lo haces, permite que ellos decoren y hagan cosas llamativas con las fotos. De igual manera, puedes compartirlas en las redes sociales oficiales del grupo, siempre y cuando tengas la autorización de los padres para hacerlo. Por último, no olvides compartirlas con el Consejo Nacional y el Secretariado Internacional.
  2. Edifica la autoestima de los jóvenes animándolos cuando están solos y cuando están con sus amigos. Trata siempre de decir algo positivo a cada uno.
  3. Utiliza la mensajería instantánea para estar en contacto con tu grupo: dedica un momento a felicitar a quien cumple años, escribir palabras de ánimo y recordar eventos y actividades propias del grupo o de la parroquia. 
  4. Realiza periódicamente encuestas o cuestionarios entre los jóvenes, así podrás conocer sus intereses y ofrecerles actividades atractivas.
  5. Reúnete con otros líderes de jóvenes dentro de tu área. Si no existe este tipo de reuniones, organiza una tú mismo para compartir ideas y problemas. Estas personas pueden ser de gran ayuda para ti.
  6. Nunca ignores las interrupciones durante una reunión de jóvenes. Cuando ocurra reconócela, es la mejor manera de retomar la atención del grupo.
  7. Evita hacer promesas que no puedas cumplir a los padres. Solo promete hacer tu mejor intento y estar siempre en comunicación con ellos. 
  8. Comparte con los jóvenes también fuera del ámbito del grupo: ocio, paseos, excursiones, etc. Eso te ayudará a mantenerte al día de la cultura actual de los jóvenes.
  9. Al final de cada reunión, brinda a los jóvenes la oportunidad de reflexionar y opinar sobre lo vivido. Pídeles que escriban o compartan en pequeños equipos, partiendo de la frase: «hoy aprendí…».
  10. Evita reunirte en lugares demasiado grandes para el grupo, los lugares pequeños ayudan a dar un carácter informal y cómodo a la reunión.
  11. Anima a los jóvenes a elaborar un boletín al final o a lo largo del año que incluya fotos y artículos acerca de las actividades realizadas durante el año. Será un recuerdo positivo de los momentos que compartió el grupo. Asimismo, no olvides crear y mantener un archivo que registre la vida del grupo y lo acompañe aunque cambie de animador. 
  12. Prepara con esmero los contenidos y el material de cada reunión.
  13. Si tu grupo es pequeño, reúnete con otros grupos en algunos eventos. Ayudará a reforzar el sentido de pertenencia al propio grupo.
  14. Resuelve siempre los problemas cuando van surgiendo. No esperes que desaparezcan por sí solos.
  15. Organiza una «cadena de mensajes» para ayudar a pasar la voz de eventos que el grupo realice. Si cuentas con diez jóvenes que puedan enviar un mensaje a otros diez, podrás contactar a 100 jóvenes en una noche. El contacto personal es siempre el más efectivo.
  16. Si el grupo (o la parroquia) no cuenta con una buena biblioteca de libros para jóvenes, comienza una y asegúrate que vaya ampliándose constantemente con la ayuda de otros colaboradores (animadores de grupos de jóvenes, padres, amigos, etc.).
  17. Permite que los jóvenes elijan adultos que hagan el oficio de patrocinadores o consejeros. Es más fácil trabajar con los adultos que saben que fueron escogidos por los jóvenes.
  18. Ofrécete para colaborar en eventos y actividades en la parroquia o en la zona. La mayoría de las escuelas necesitan ayuda en bailes, asambleas, días de campo o eventos deportivos.
  19. Reúnete regularmente con personas que te ayuden voluntariamente en la animación del grupo de jóvenes para orar, formarse y convivir.
  20. Durante la semana, toma un momento para revisar las reuniones y actividades que realizas con el grupo.
  21. Llega más temprano a la reunión de jóvenes para recibir a los jóvenes y sus padres conforme llegan. Quédate tarde por la misma razón.
  22. Desarrolla programas que reflejen las necesidades, intereses y el nivel de energía de los jóvenes en el grupo, no para los adultos que trabajan con ellos.
  23. Cuando haya algún evento más importante, tómate más tiempo para prepararlo.
  24. Organiza una cena con estudiantes extranjeros para que puedan compartir cómo es ser adolescente en sus países y cómo difiere de tu país.
  25. Planea actividades que se realicen en momentos apropiados para los jóvenes.
  26. Desarrolla metas y expectativas realistas (la cosecha es al final de los tiempos, no al final de tu reunión de jóvenes). Evita depender de resultados inmediatos para determinar el éxito o el fracaso. Los resultados duraderos llegan después, frecuentemente mucho después.
  27. Crea lazos de amistad dentro de la comunidad cristiana, pero que no sea para hablar de los jóvenes.
  28. Establece el horario de reunión de acuerdo a la disponibilidad de los miembros del grupo de manera que facilite su participación.
  29. Anticipa todo. Nunca utilices un video que no hayas visto o invites a un ponente que no hayas escuchado. Eso evitará sorpresas desagradables.
  30. Conoce a los padres de los jóvenes, aprende sus nombres y úsalos repitiéndolos una y otra vez para que puedas recordarlos.
  31. Toma tiempo para leer libros nuevos cada año. Trata de leer un libro acerca de la pastoral con jóvenes, otro sobre la administración del tiempo, otro sobre teología, documentos formativos de la asociación,… busca siempre formarte.
  32. Evita convertir el grupo en una isla. Busca que los jóvenes se involucren con la vida de la parroquia, no sólo con el grupo. Pueden servir en algunos apostolados con niños o con la tercera edad, participar en las celebraciones litúrgicas y asistir a otros eventos y reuniones.
  33. No tengas miedo de sonreír y reírte mucho.
  34. Visita a cada uno de los jóvenes en sus casas. Se puede obtener un buen discernimiento sobre su realidad cotidiana.
  35. Elabora trípticos o tarjetas describiendo tu grupo de jóvenes y sus actividades. Hazlas llegar a los padres, a los jóvenes del grupo y a jóvenes que no estén familiarizados con el grupo. Incluye fotos, descripciones cortas, horarios y lugares.
  36. Organiza al menos dos retiros por año. Son ocasiones de oro para iniciar y profundizar en la oración personal meditativa.
  37. Relájate y deja que los niños sean niños. Los jóvenes no son adultos así que no esperes que actúen como tales.
  38. Nunca canceles algún evento o reunión simplemente porque no van muchos jóvenes. Necesitarás adaptar tus planes, pero no mandes a nadie a su casa. Deja que los que sí fueron sientan que son tan importantes como los que no fueron.
  39. Familiarízate con la música que escuchan los jóvenes. Algunos programas semanales de TV y algunos programas de radio te ayudarán a mantenerte al día. Periódicamente discute sobre esta música con tus jóvenes de manera positiva.
  40. Toma un curso de primeros auxilios e invita a los jóvenes a hacer lo mismo.
  41. Ten a la mano una lista de contactos de referencia. Si alguna situación te sobrepasa no dudes en referir a tus jóvenes a profesionales que tengan el entrenamiento apropiado y la experiencia.
  42. Ofrécete para servir de voluntario en un centro social local con niños, jóvenes o ancianos y lleva a alguno de los jóvenes contigo regularmente.
  43. Busca información y material práctico de pastoral juvenil. Quizás no uses todas esas ideas, pero la próxima vez que necesites alguna tendrás muchas de donde escoger.
  44. Haz un «almacén para teatro» lleno de disfraces, ropa y utilería para la producción de obras de teatro y dramas o ilustraciones de última hora. Pide al resto de la comunidad parroquial que donen ropa y otras cosas. Una tienda de segunda mano es también un buen recurso.
  45. Da a conocer tu disponibilidad. No des la impresión a tus jóvenes que estás demasiado ocupado para ellos.
  46. Cuando los jóvenes te ayuden con algún juego frente al grupo, no te burles de ellos. Utiliza actividades para edificarlos, hazlos ver como héroes no como tontos.
  47. Ten un pasatiempo o algún interés fuera del grupo de jóvenes. Aprende a tocar un instrumento musical, practica un nuevo deporte, aprende un nuevo idioma, etc.
  48. No lo hagas todo solo aunque pienses que lo haces mejor. Aprende a delegar y a trabajar en equipo.
  49. Siempre prevé al menos un programa o actividad de jóvenes para usarlo en caso de emergencia. Será muy provechoso cuando tu invitado no aparezca o no funcione el vídeo que programaste.
  50. Pídele a los adultos de la parroquia que «adopten a un joven» y que oren específicamente por esa persona regularmente. También puedes llevarlo a cabo entre los miembros del propio grupo.
  51. Dedica un tiempo a escoger imágenes o viñetas con mensajes positivos y colócalas en el lugar de reunión. Estas te pueden ayudar a ilustrar mejor el tema.
  52. No descuides a los más tímidos de tu grupo. Dales tanto de tu tiempo y atención como la que le das a los jóvenes más extrovertidos.
  53. Ocasionalmente invita al párroco a alguna actividad del grupo de jóvenes para que los observe y conozca el programa. Esto da oportunidad a que los jóvenes vean al sacerdote como una persona real y cercana y que él entienda más de tu trabajo.
  54. Enseña a tus jóvenes a ser líderes con el ejemplo.
  55. Mantén informados a los padres. Publica un boletín para los padres u organiza reuniones para preguntas y retroalimentación. La falta de comunicación con los padres puede afectar negativamente tu actividad pastoral.
  56. Desarrolla una buena descripción de trabajo para los líderes voluntarios. Asegúrate que sepan exactamente lo que se espera y lo que no se espera de ellos. Proporcionales buenos recursos para el trabajo que les has pedido hacer.
  57. Asegúrate que cada reunión o actividad esté bien organizada con anterioridad. Esto hace que los jóvenes sepan que son importantes y reduce los problemas de disciplina.
  58. Fomenta la creatividad en tus miembros teniendo sesiones de ideas súbitas (lluvia de ideas). Permite que las ideas fluyan sin criticarlas (evalúa solamente después que las ideas se hayan detenido).
  59. Evita utilizar vocabulario religioso y frases gastadas. Di lo que piensas en palabras que los jóvenes puedan entender.
  60. Si es posible, crea un grupo en Whatsapp o en otra plataforma móvil para estar siempre comunicado con el grupo de jóvenes. De igual manera, también puedes crear una lista de difusión para compartir información sobre eventos y actividades con los padres de los jóvenes, a ellos les encantará esto.
  61. Cuando los jóvenes de tu grupo tengan defectos obvios, por ejemplo, en su complexión, peso o personalidad, no asumas que alguien ya los está ayudando.
  62. Utiliza ejemplos personales cuando compartas con jóvenes. Las ideas abstractas necesitan ejemplos concretos para mantener el mensaje vivo.
  63. Nunca utilices un programa de formación sin que primero haya sido adaptado a las necesidades de tu grupo. Las personas que escriben estos programas no conocen a tus jóvenes; tú, sí.
  64. No te preocupes más de la cuenta por el crecimiento numérico. Tamaño no es igual a éxito. Es mejor calidad que cantidad.
  65. Si tienes un espacio apropiado, coloca fotografías de los jóvenes del grupo, postales clásicas, recuerdos y otras cosas locas que les guste coleccionar. A los jóvenes les gustará ver esto y les ayudará a conocerse mejor.
  66. No tomes tan en serio tus circunstancias ni a ti mismo. No todo es tan malo o tan bueno como piensas.
  67. Sé capaz de decir: «No sé». Los jóvenes podrán escucharte mejor que cuando realmente lo sabes todo.
  68. Siempre confirma cualquier reserva para el grupo un día antes del evento (en especial cuando es algún transporte).
  69. Evita los reglamentos dobles, es decir, un reglamento para líderes y otro para los jóvenes. Lo que se aplique a los jóvenes se debe aplicar a ti y a los líderes.
  70. Resuelve los problemas de raíz y no los síntomas. En vez de discutir acerca de la mala conducta de alguien, busca la causa y trata con eso.
  71. Asiste a algún evento de formación de líderes de jóvenes al menos una vez al año o a seminarios para personas que trabajan con jóvenes. Nunca pienses que lo has aprendido todo.
  72. No hagas amenazas o promesas que no puedas cumplir o supervisar después.
  73. Ten siempre a mano objetos útiles que puedas necesitar de repente: caja de primeros auxilios, material para coser, juguetes, etc.
  74. Asegúrate que tengas al menos otra persona que trabaje ocasionalmente con tu grupo de jóvenes.
  75. Sirve refrescos en algunas reuniones o actividades. Es algo relativamente fácil de hacer y a los jóvenes les encanta. También esto hace que se queden más tiempo para convivir con ellos.
  76. Aprovecha cualquier oportunidad para compartir alguna película o video con los jóvenes y comentadlo después sobre ello.
  77. No te preocupes por el problema de los grupitos. Más bien dales a los jóvenes una serie de oportunidades para interactuar y conocerse entre todos. Tratar de romper con los grupitos es un ejercicio usualmente infructuoso y contraproducente.
  78. Guarda un archivo de cada uno de tus jóvenes. Obtén información personal y familiar como cumpleaños, fotografías, apuntes de entrevistas o consejería personal, observaciones y cualquier otra información. Mantenlo confidencial. Beneficiará tu servicio y será un gran regalo para tu sucesor.
  79. Cuando trates de mejorar la vida parroquial, comienza por ti mismo.
  80. Evita aconsejar a alguien del sexo opuesto en un lugar privado. La manera de prevenir rumores y los desafortunados malentendidos es hablar con la persona en un lugar público como una cafetería o un parque lleno de gente.
  81. Mantén un diario de tu actividad pastoral con jóvenes. Cada semana escribe y evalúa lo que hiciste en el grupo. Describe los contactos que tuviste con los jóvenes y medita en cada uno de ellos. Podrás organizar tus pensamientos y documentar eventos importantes.
  82. Rodéate de adultos que puedan aconsejarte. Necesitas tener a alguien a quien darle cuentas y te apoye.
  83. Programa una convivencia de planificación con los líderes de jóvenes y/o con los jóvenes que te ayudan con el grupo. Lucha por trabajar en equipo.
  84. Transmite «el clásico» del deporte favorito de los jóvenes y dales la oportunidad de invitar a sus compañeros de escuela a verlo. Ésta es una buena manera de acercar a jóvenes no cristianos a la Iglesia y mostrarles que somos normales.
  85. Si tienes jóvenes que toquen algún instrumento musical, déjales tocar en algún momento de oración o celebración. Edificará su confianza, sus habilidades de liderazgo y posiblemente mejorará su manera de cantar.
  86. Visita las escuelas de tus jóvenes. Si es posible, preséntate con el director, los maestros y el entrenador. Déjales saber quién eres.
  87. Aprenderse los nombres de los jóvenes debe ser prioritario. Jamás serás un agente de pastoral para ellos hasta que los conozcas y te acuerdes de sus nombres.
  88. Evita disciplinar a los jóvenes frente a sus amigos. Es mejor tratar con los problemas de disciplina en privado y de uno en uno.
  89. Visita siempre los lugares que quieres reservar para alguna actividad del grupo. Infórmate acerca de la flexibilidad, costos adicionales y la capacidad de los «extras».
  90. Cuando se discute algo en el grupo, abstente de hacer comentarios muy positivos o negativos cuando los jóvenes ofrezcan sus opiniones. Mantente lo más neutral posible para animar su apertura y honestidad.
  91. Aprende a decir «no». Pasa tiempo con tu familia y amigos, atiende a tus intereses fuera del grupo y no descuides tu crecimiento personal.
  92. Ocasionalmente haz reuniones con otros agentes pastorales y responsables parroquiales para que sepan de primera mano el caminar del grupo de jóvenes y sean más cooperativos.
  93. Conoce el contenido que ven tus jóvenes en televisión o internet. Discutid y evaluad los programas más populares con ellos.
  94. Obtén un calendario en el que puedas escribir y borrar para planear las actividades del grupo de jóvenes con un año de anticipación. Si no sabes a donde vas, lo más probable es que no llegues.
  95. Aprende a escuchar, a no dar tu opinión en todo. Escucha y verás que a veces serás de más ayuda de esta manera.
  96. Involucra al grupo de jóvenes en al menos un proyecto de servicio social cada año. Estos proyectos no solo le dan a los jóvenes la oportunidad de hacer una contribución positiva a la vida de alguien sino también son muy buenos para sensibilizar sus corazones y entusiasmarse con el carisma de la Asociación.
  97. Pon una obra de teatro o drama cada año. Esto le da a los jóvenes la oportunidad de utilizar sus talentos y sobresalir.
  98. Comienza un servicio social, involucrando desde el principio a los jóvenes.
  99. Sé un ejemplo para tus jóvenes. Cuando tengas la oportunidad comparte con los jóvenes aspectos de tu vida, que les permita verte como una persona real.
  100. No intentes ser «uno de los muchachos». Si eres un adulto, sé un adulto. Sólo sé un adulto que ama a los jóvenes y sabe divertirse.
*Documento elaborado por el Secretariado Internacional de JMV en 2006. Revisado en 2021.

Cómo iniciar un grupo JMV

Orientaciones para la gestión económica de la Asociación (2006)

Trabajo en forma de proyecto (2007)

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