METODOLOGÍA DE LA FORMACIÓN
La realidad social y el contexto histórico de cada nación o área geográfica hacen que el proceso formativo que viven los miembros de la Asociación tenga diferentes exigencias. Normalmente, en la planificación formativa se combinan estos cuatro elementos:
El proceso catecumenal ayuda al joven a madurar en su crecimiento de fe, que le marcan las etapas; en este proceso la Palabra de Dios es centro iluminador que le compromete y motiva a llevar una vida coherente de conversión y adhesión a Cristo, meta de su proceso. Gracias a los escrutinios se obtendrá una evaluación objetiva de su crecimiento, dando la posibilidad de abrir nuevos cauces.
El joven en su vida espiritual (cristocéntrica y mariana) encuentra la fuerza que armoniza su hacer en el mundo desde la oración y la vida sacramental.
Y su programa de acción lo encontrará en los objetivos, las líneas de acción y las actividades que desde la organización nacional, provincial, diocesana y local se hayan asumido. Como las campañas, festivales, celebraciones y formas de ayudar a los pobres que se hayan organizado.
Un JMV no vive aislado, trabaja en comunidad. Desde el centro, la Parroquia o la Diócesis trata de trabajar junto con todas las fuerzas de la Iglesia y, de modo especial, busca la coordinación con los de su propio carisma, es decir, con los miembros de las otras Asociaciones de la Familia Vicenciana. Esto ocurre a nivel provincial, regional y nacional.
