ESPAÑA | TESTIMONIOS DEL ENCUENTRO MISIONERO LATINOAMERICANO (EMLA)
Han pasado ya unos meses desde que volví a pisar España tras mi encuentro con nuestros hermanos latinoamericanos de JMV en Honduras con motivo de la misión. Aun así, todavía tengo mucho que procesar sobre lo vivido en esta experiencia. No dejo de ser un joven en busca de mi pequeño hueco en el mundo, de descubrir y comprender aquello a lo que Dios me llama, de darle un sentido a mi vida que en cierto modo justifique mi existencia. Con mayor o menor éxito, pero rezos mediante. La misión ad-gentes ad extra siempre ha formado parte de aquello que siempre quise vivir, pero nunca pude alcanzar, así que en cuanto supe que existía el EMLA y que se invitaba a España a participar no me lo pensé. Sí.
Aunque compartimos cultura, valores cristianos y en cierto modo historia, sí que existe un choque entre la visión europea y latina sobre el vivir. En el EMLA, la mayoría se conocen entre ellos puesto que tienen una red de comunicación muy buena. Trabajan juntos constantemente y la mayoría de los jóvenes presentes son las “cabezas visibles” de sus países, lo que me convertía en un extraño en su tierra. Desde mi punto de vista, la gente hispanoamericana es cercana, hogareña y acogedora, y me lo hicieron notar. Pasamos días de formación misionera cargados de humor, aprendizaje, cercanía y oración, en comunidad, independientemente de la procedencia, fuera España o Brasil (con idioma diferente). Acabé conquistado por ellos. No obstante, aun viviendo unos días maravillosos de encuentro, no dejaba de pensar en el envío a misionar, con emoción, sí, pero también con miedo.
Todos queremos salvar el mundo, pero nadie quiere morir. Jesús precisamente, como cristianos que somos, nos lo pide. Él me envía: Sal de tu tierra, muere por tus hermanos, entrega tu vida, que Dios da el ciento por uno. De esta manera intenté vivirlo, más allá de mí. Esto no es “darme” desde la soberbia de sentirme más que aquellos a los que iba a acompañar durante días en sus vidas cotidianas como misionero con complejo de salvador si cabe, sino desde la humildad del comprender que el testimonio de Fe y de Vida te lo dan ellos y que son ellos los que me evangelizan, no al revés. En cada enfermo, en cada historia, en cada acogida… Abrirte a la misión significa pisar la tierra sagrada que supone el que te abran las puertas de sus casas y de sus corazones, haciéndolo con el mismo cariño que te brindan. Darles una Palabra del Señor, puerta a puerta, de corazón a corazón, lo esperan con ilusión. No se necesita más; vivir en sencillez, humildad y alabanza a Dios. Y eso te lo enseñan muy bien.
Gracias a mi servicio en el Equipo Coordinador Nacional de España he podido vislumbrar (y comprender) con mayor alcance la gran familia que es esta asociación, comprobando también gracias al EMLA que en JMV Latinoamérica hay futuro, y más aún… ¡hay presente! Jóvenes (y no tan jóvenes también) que ven y sienten que este deseo de la Virgen traspasa fronteras. Implicados con fuerte compromiso en la misión de compartir vida y caminar juntos no como países aislados, sino como un gran equipo latinoamericano, gracias en parte a una lengua común, situación muy distinta a la de JMV España en Europa, algo que nos limita. Por ello este tipo de encuentros intercontinentales son una riqueza del que yo, al menos, me he sentido honrado de participar.
No me queda ya más que dar gracias por invitar a JMV España al Encuentro Misionero ahora Hispanoamericano, con el deseo de que trabajemos todos juntos de una manera más estrecha, a pesar de que exista todo un océano de por medio. Gracias al equipo JMV Internacional, al maravilloso equipo que con ilusión preparó el EMLA, a los jóvenes que participaron en esta última edición en Honduras y como no, a mis queridos Misioneros Paules e Hijas de la Caridad por su servicio a los necesitados, por acompañar a los jóvenes en momentos como estos y por vuestro testimonio, siempre. Os admiro.
JMV merece la pena, no lo olviden.
Josué Romero
JMV España
