FRANCISCO ROSELLÓ HERNÁNDEZ

Nacimiento:
Cartagena (Murcia), 28 de febrero de 1907

Hijo de: Francisco y Ascensión

Bautismo:  Cartagena, parroquia de Santa María de Gracia,  11 de marzo de 1907.

Estado civil: Soltero

Martirio: Cartagena (Murcia), 18 de octubre de 1936.


Hijo único y huérfano de padre desde muy pequeño, vivía con su madre, Ascensión Hernández Arias, quien tenía un puesto de flores en la calle Isaac Peral. En julio de 1936, al arreciar la persecución religiosa, Francisco Roselló era un joven de 29 años lleno de vida, agente comercial, bien considerado, y en vísperas de contraer matrimonio con Josefina García García, exalumna de las Hijas de la Caridad. Al no haber familiares más directos en el momento de iniciarse el proceso, comparecieron como tales la ahijada y una discípula de Josefina García, ambas confidentes directas de los hechos que declararon ante el tribunal.


Formación humana y cristiana

Francisco Roselló ingresó en la Asociación de la Medalla Milagrosa desde cuando se fundó como aspirante, cuando tenía once años. Toda su formación giró en torno a la Casa de Misericordia de Cartagena, que en aquel momento era un centro abierto, amplio y de gran prestigio por su labor caritativa y por la promoción de los niños y jóvenes que se le confiaban. Su influencia era tal que muchas empresas buscaban entre sus alumnos a los mejores colaboradores.

Refiriéndose a la formación seria y exigente que se impartía en el centro, sor Dolores Cano Teruel, quien no conoció personalmente a Francisco pero sí a sus compañeros por haber sido profesora allí durante cuarenta años, testifica:

“Puedo afirmar que los Hijos de María de la Misericordia eran el ejemplo de Cartagena. Sor Francisca los llevaba muy rectos; ya desde la escuela los podía dejar solos y seguían comportándose como si ella estuviera presente. Eran unos jóvenes y padres de familia de moral sin tacha, alegres, generosos, y así continuaron sus sucesores. Muy amantes del trabajo. Estaban colocados en las principales empresas y cumplían muy bien con sus obligaciones”. (1)

Francisco Roselló fue un excelente cristiano y un buen profesional.

Además de su madre —persona bondadosa, trabajadora y de la que nunca se separó—y de las Hijas de la Caridad, los principales artífices de su formación fueron los sacerdotes de la Asociación con los que estuvo unido en la vida y en la muerte, puesto que todos ellos murieron mártires en la misma persecución religiosa.


Apostolado

Durante bastantes años, Francisco Roselló fue presidente de la Asociación de Hijos de María, cargo que ocupaba cuando se celebró en Cartagena la gran fiesta mariana de mayo de 1930, con motivo del primer centenario de la manifestación de la Medalla Milagrosa. (2)

En julio de 1936 era vicepresidente de la Asociación. Siempre fue un colaborador incansable. Muchos congregantes lo tuvieron como entrenador en los deportes. Visitaba a los enfermos en los hospitales y asistía a las familias pobres en los barrios. (3)

El teatro constituía un atractivo importante para incorporar nuevos asociados a la obra apostólica que se desarrollaba en la Casa de Misericordia. Francisco Roselló, que en todo momento supo poner sus cualidades humanas al servicio del apostolado mariano y vicenciano en el que estaba comprometido, fue uno de los principales integrantes del grupo artístico. Inolvidable en toda Cartagena fue su actuación en la obra de Pemán, El divino impaciente, que estrenaron en el año 1935. (4)

Uno de los adolescentes invitados por Roselló a asistir al teatro relató su experiencia personal, testimonio elocuente del celo apostólico que demostró incluso en tiempos de auténtica persecución religiosa:

“Conservo su firma en un carné de los que, en su labor apostólica, aquel excelente cristiano y mártir que fue Francisco Roselló Hernández, iba entregando a las personas que se confesaban católicas, al mismo tiempo que animaba a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y a nuestra Madre, la Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa.

En los años 1933–1936, mi padre tenía un almacén de coloniales en la calle del Carmen de Cartagena. Francisco Roselló, como representante de una casa proveedora, solía pasar por allí para ofrecer los productos de su representada. Yo tenía entonces doce años y, al regresar del colegio de los Maristas, pasaba por el almacén, coincidiendo muchas veces con el señor Roselló. Era un mocetón alto, robusto y muy simpático; me preguntaba siempre si cumplía mis prácticas religiosas, pues yo le había dicho que pertenecía al Apostolado de la Oración en segundo grado, con el compromiso de rezar diariamente el ofrecimiento, un padrenuestro y diez avemarías.

Me invitó a acudir a la Casa de Misericordia para ver las funciones teatrales que se representaban algunos domingos, y me llevaron muchas tardes. A pesar del peligro que suponía en aquellos años turbulentos declararse públicamente católico, Roselló entregaba a amigos y conocidos, sin el menor disimulo ni ocultamiento, una especie de carné declarando ser católico y rogando que, en caso de accidente, se le administraran los santos sacramentos y se le diera sepultura cristiana. A mí me entregó el que he presentado al tribunal y lo guardo como un tesoro, sobre todo cuando, después de la persecución religiosa, supe que habían asesinado a Francisco Roselló. (5)

En 1929, un grupo de Hijos de María —entre los que figuraba Francisco Roselló Hernández— fundaron la cofradía de Semana Santa llamada Agrupación Santísima Virgen (Los Californios), que aún hoy se mantiene con gran esplendor y fervor entre sus cofrades en la celebración de la Pasión del Señor.


Semblanza y virtudes de Francisco Roselló. Disposiciones para el martirio

Tomamos un párrafo de la semblanza que su amigo y compañero de asociación, Gustavo Schmidt Sánchez, abogado, escribió en El Eco de la Milagrosa (noviembre de 1939):

“¿Cómo no iba a caer víctima de la canalla marxista si era precisamente uno de los mejores de nuestra asociación? Hombre de una piedad acendrada y de un sentir religioso profundo, eran estos los elementos esenciales de su carácter, que se traducían al exterior en esas comuniones fervorosísimas que servían de ejemplo y acicate para los demás compañeros; con esa rectitud de juicio y esa seriedad que lo distinguían. En la Asociación de Hijos de María, formada por lo mejor de la juventud cartagenera, él era, por sus virtudes, el elemento destacado del que se enorgullecían todos sus compañeros.”

Físicamente era un joven alto, bien parecido, fuerte y muy simpático. Así lo recuerdan los testigos, y así se aprecia en las fotografías que conserva la Asociación.

La persecución religiosa le llegó en uno de los momentos más felices de su vida, cuando iba a contraer matrimonio con una joven de sus mismos sentimientos religiosos y, como él, de grandes cualidades humanas, pero fue fiel a sus principios de fe y se dejó matar al grito de “¡Viva Cristo Rey!”. Su propia novia comprendió aquel sacrificio como un paso de Dios por su vida. (6)

Referencia bibliográfica
Josefina Salvo Salanova, H.C., y Jaime Carlos Moreno Garví. Mártires de la Familia Vicenciana: España 1936–1937. Madrid: Editorial La Milagrosa, 2017.

  1.  Testimonio de sor Mª Dolores Cano Teruel.
  2.  Sánchez Medina, José, Fiestas centenarias en Cartagena, en El Eco de la Milagrosa, junio de 1930, pp. 6–7.
  3.  Testimonio de Isabel Carrillo Martínez.
  4.  Testimonio de Antonio Sánchez Giménez.
  5.  Testimonio de Francisco Balsalobre Pedreño.
  6.  Testimonio de Isabel Carrillo Martínez.

 

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